El arcoíris, símbolo del colectivo de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales (LGBT), no forma parte del uniforme ni del campo de fútbol. 

 

En los partidos internacionales de fútbol, Estados Unidos y la República de Irlanda les han solicitado a los jugadores que vistan el arcoíris LGBT en sus camisetas. Inglaterra les solicitó a los jugadores que vistan lazos del arcoíris LGBT en sus botines.  Algunos equipos han requerido a sus capitanes que vistan un brazalete de capitán con el arcoíris LGBT. Algunos han colocado el arcoíris LGBT en los banderines de córner.

 

El arcoíris LGBT es un símbolo político. Las Reglas de juego del International Football Association Board (IFAB) indican que “el equipamiento no deberá contener eslóganes, mensajes o imágenes de carácter político, religioso o personal” (Regla 04.5). El Reglamento sobre el equipamiento de la FIFA agrega que esto incluye una prohibición de cualquier “símbolo de carácter político o comparable” (Artículo 8.3). La FIFA debe exigir el cumplimiento de sus propias normas.

 

No todos están de acuerdo con las causas representadas por el arcoíris LGBT. Los jugadores que se han negado a utilizar el arcoíris LGBT en juegos internacionales y de liga han sido acosados y ahora corren el riesgo de ser desfavorecidos en sus carreras.

 

La FIFA y el IFAB son responsables de asegurar que los jugadores sean juzgados por sus habilidades futbolísticas, y no por sus opiniones políticas o religiosas. No se debe exigir a nadie que lleve un símbolo político con el que no estén de acuerdo.

 

Aquellos que no están de acuerdo con la política representada por el arcoíris LGBT incluyen a algunos creyentes religiosos, así como a quienes se oponen a la amenaza que el transexualismo representa para el fútbol para niñas y mujeres. Estas personas no deben excluirse del fútbol solo porque tienen opiniones que están en desacuerdo con los defensores LGBT y viceversa.

 

La FIFA y el IFAB deben garantizar que todos sean bienvenidos.